Fragmentación, el paradigma dominante
Apartes de finales del ensayo:
“DE LA ORGANIZACIÓN MÁQUINA A LA ORGANIZACIÓN VIVIENTE:
Un ciclo evolutivo de la fragmentación a la integración”
Juan Sebastián Cárdenas Salas (Abril, 2015)
He aquí mi secreto, es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. –Lo esencial es invisible a los ojos– repitió el principito, a fin de acordarse.
Conversación entre el principito y el zorro (Antoine de Saint Exupéry)
1. Fragmentación, el paradigma dominante
En la tarde del 10 de diciembre de 1996 la neuroanatomista Jill Bolte Taylor sufrió una fuerte hemorragia en el hemisferio izquierdo de su cerebro que paralizó por completo sus capacidades motrices y racionales: no pudo caminar, hablar, leer, escribir o recordar algún detalle de su vida. Impase del que no se recobró por completo luego de ocho años (Taylor, 2015). Sin embargo, al no tener afección alguna en el hemisferio derecho -productor de sensaciones y emociones-, ella pudo experimentar vívidamente su presencia en el ‘Todo’, no como sujeto del ‘Yo’ sino semejante a un ser integrado en el ‘Nosotros’. Esta trágica pero a la vez maravillosa experiencia fue descrita por la doctora Jill como haber sentido y vislumbrado el Nirvana aún con vida (Taylor, Feb., 2008). Taylor compartió el aprendizaje de esa experiencia con gran emotividad en una de las más grandiosas charlas TED[1] que se hayan realizado:
“¿Entonces qué somos? Somos el poder viviente del universo con destrezas manuales y dos mentes cognitivas que las rigen. Aquí y ahora, Yo tengo la capacidad de unirme a la consciencia de mi hemisferio derecho [se mueve a la derecha], donde todos somos uno. En este soy el poder que da vida al universo. En este soy el poder generado por los 50 trillones de hermosas e ingeniosas moléculas que configuran mi estructura corporal y todo lo que eso significa. O, puedo elegir cambiar a la razón de mi hemisferio izquierdo [se mueve a la izquierda] donde me convierto en un simple individuo, en un objeto. Separado del fluido, separado de ti. Aquí soy la Doctora Jill Bolte Taylor: intelectual, neuroanatomista. [Se mueve al centro] Este, son los “nosotros” dentro de mí. ¿Cuál escogería usted? ¿Cuál escoge? ¿Y cuándo? Yo creo que entre más tiempo nos dediquemos a recorrer el camino de profunda paz interior que nos brinda el circuito del hemisferio derecho, más paz podremos proyectar en el mundo, y así más pacífico nuestro planeta será.” (Taylor, Feb., 2008)
David Bohm, uno de los físicos más prominentes del siglo pasado, denomina eso que ocurre en el hemisferio izquierdo -donde pasamos la mayor parte del tiempo-, fragmentación, o “nuestra manera de ver el universo y a nosotros mismos separados los unos de los otros y de la naturaleza” (Bohm, 1991, citado por Senge, et al., 2004: 190). También la describe como:
“una forma de pensamiento que ‘consiste en hacer una falsa división donde hay fuerte conexión’ y en ver separación donde hay integralidad.” (Bohm, 1991, citado por Senge, et al., 2004: 190)
Para Bohm este ha sido el problema enceguecedor y “el factor escondido de las crisis sociales, políticas, ambientales padecidas por el mundo.” (Bohm, 1991, citado por Senge, et al., 2004: 190) Además es la principal causa de las crisis ideológicas-religiosas desde que la educación ha auspiciado la formación del Homo ignarus.
Pensar que la fragmentación es la madre de nuestra ignorancia social y en general de nuestras percepciones tiene mucho sentido puesto que su efecto puede visualizarse en la naturaleza física, en las situaciones más cotidianas del diario vivir y en los modelos mentales más influyentes que la educación se ha encargado de incorporar. Al ser encasillados en el útero de alguna forma somos separados de la energía universal para transformarnos en individuos. Luego, al nacer y convertirnos en “nuevos miembros” quedamos a merced de los prejuicios familiares, sociales, religiosos, gubernamentales y académicos del entorno al que arribamos (Savater, 1997). Aquí nos empiezan a indicar que la semana se divide en siete días; qué es bueno y qué es malo; con quién juntarnos y con quién no; empezamos a diferenciar quién es blanco, negro o amarillo y lo que eso significa. De igual forma el pensamiento fragmentado motiva a los comunicadores a idear lemas ambientalistas tan absurdos como ‘seamos amigos del planeta’, como si fuéramos ajenos a él. Estas entre inmensidad de otras representaciones habituales aportan a la consolidación de nuestra concepción fragmentada del entorno.
Entrando en el complejo tema religioso, Walsch (2014) explica que la fragmentación nos hace contemplar a “Dios” como una entidad externa a nosotros (fragmentación teológica). Efecto que de ahí en adelante impulsa a las diferentes culturas a concebir un dios o dioses ajenos a las otras (fragmentación cosmológica) con ideologías religiosas, actuaciones e intereses igualmente separados (fragmentación psicológica y sociológica) que a lo largo de la historia de las civilizaciones han justificado comportamientos de intolerancia, exclusión, sometimiento, violencia, sufrimiento y muerte, es decir, de inconsciencia o fragmentación patológica (Walsch, 2014, Cárdenas, 2014). Con base en tal reflexión Walsch propone la “Unidad” como el ideal para encontrar sentido en “Dios” (traducción respetando mayúsculas del autor):
“La vida es la expresión de la Unidad en sí misma. Dios es la expresión de la vida en sí misma. Dios y la Vida son Uno. Tú eres una parte de la Vida. Tú no puedes estar fuera de la Vida. Por lo tanto Tú eres parte de Dios. Es un círculo.” (Walsch, 2014, citado por Cárdenas, 2014)
La visión fragmentada también ha propiciado la separación entre ramas de estudio de los diferentes saberes de la ciencia. Fromm (1953) se refirió al alarmante divorcio entre Psicología y Ética exponiendo que en la antigüedad los grandes pensadores de la Ética Humanista fueron psicólogos y filósofos que situaban “la comprensión del la naturaleza del hombre y la comprensión de valores y normas para su vida” (Fromm, 1953:10) como un factor interdependiente. Por esta razón él mismo recalcó que la Psicología, la Filosofía, la Ética, la Sociología y la Economía no pueden de ninguna forma trabajar de manera separada para entender los muchos factores que influyen el comportamiento humano y social. En concordancia, Senge (et al., 2004) anota que la fragmentación es notable en “las rígidas divisiones académicas entre sujetos científicos -química, física, biología, psicología, astronomía, geología, zoología, fisiología, economía, sociología, etc.-” (Senge, et al., 2004:190). Aspecto que, según Senge (et al., 2004), limita y frustra la posibilidad de entender de manera sistémica el mundo que habitamos.
Con respecto a la práctica en el ámbito científico de la medicina que impera en nuestra sociedad occidental, el enfoque fragmentador propició el pensamiento deshumanizador, reduccionista y excluyente de los factores biológicos de una enfermedad en relación con las influencias psicosociales (Engel, 1977). De acuerdo con Borrell-Carrió (et al., 2004), la famosa separación que hemos hecho entre ‘mente’ y ‘cuerpo'[2] ha sido, en cierta medida, nuestra propia creación (que validamos en la educación). Paradigma que ha potenciado sustancialmente la insensibilidad médica en el trato a los pacientes no como sujetos sino como objetos de estudio (conejillos) que facilitan hacer una medición empírica y fragmentada de lo que significa un estado saludable o enfermizo (Engel, 1977). En correspondencia a tal situación, Adler (2009) subraya:
“La dramática, probablemente imparable y creciente fragmentación de la medicina con el desarrollo de nuevas especialidades que no tienen en cuenta el sufrimiento humano y que incluso pueden negar la necesidad de cualquier tipo de contacto, hacen más que prioritaria y necesaria la implementación del modelo BPS.” (Adler, 2009:610)
En cuanto al aspecto educativo en la gestión empresarial, la fragmentación es la que lleva a economistas a basarse en patrones racionales aislados para explicar cómo funcionan los mercados (Senge, et al., 2004); es la que induce a las directivas de la empresa a ubicar las metas económicas por encima del desarrollo de nuevas capacidades de aprendizaje que permitan niveles sostenibles de mejoramiento, crecimiento y bienestar institucional (de Geus, 2002, Senge, et al., 2004). Aspecto influido especialmente por la presión que implica ser medido por las ventas, por la cantidad, por los resultados monetarios a corto plazo impuestos por la famosa fórmula o mitología ya argumentada (‘La mayor rentabilidad, al menor costo, en el menor tiempo posible’) que rige la educación de las camadas de profesionales en los sectores administrativos y financieros.
[…]
[…] Por lo tanto, cuando comprendamos que ‘no hay hemisferio izquierdo y derecho’ sino una única maravillosa estructura integral la cual permite conectarnos unos con otros en el entorno de la conciencia universal, tendremos mejores posibilidades de evolucionar como especies –Homo y Organizatio sapiens– hacia la virtud y de este modo lograr relacionamientos más armónicos.
[1] Fue la primera charla TED que se convirtió en viral en Internet (Taylor, 2015).
[2] Una de las categorizaciones de nuestra visión fragmentada más abordadas en el campo filosófico, psicológico y científico en general (Revisar por ejemplo en René Descartes y William James).
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